La gestión de los recursos hídricos en EspañaDiversos
Luis Garrote de Marcos
Departamento de Ingeniería Civil: Hidráulica y Energética
Escuela de Ingenieros de Caminos
Universidad Politécnica de Madrid
Introducción
La gestión de los recursos hídricos es una de las señas de identidad de nuestro país. A lo largo de la historia la gestión del agua ha ocupado un lugar destacado en las prioridades de los encargados de la toma de decisión, y en la actualidad España es uno de los países del mundo con mejor estructura administrativa y preparación tecnológica para afrontar los problemas del agua. En los últimos años la política hidráulica española ha experimentado fuertes transformaciones y cambios bruscos de orientación que indican que se vive un periodo de crisis. En este artículo se pasa revista brevemente a la situación de la gestión de los recursos hídricos en España y se proponen algunas ideas para orientar la política hidráulica a lo largo del siglo XXI.
Los recursos hídricos y las demandas de agua en España
Los recursos naturales de nuestros ríos y acuíferos han sido objeto de numerosos estudios (CEH, 1980, Martín Mendiluce, 1996, López Camacho, 1996, MMA, 2000, Vallarino y Garrote, 2000). Aunque realizados en distintas épocas, todos ellos arrojan resultados similares. La precipitación media anual en España es de 684 litros por metro cuadrado (o milímetros, mm) al año, lo que equivale a 346.000 hectómetros cúbicos (hm3) al año. Un hectómetro cúbico es aproximadamente el volumen que tendría un depósito del tamaño de un campo de fútbol y la altura de la Torre Picasso de Madrid. La escorrentía media anual de los ríos de la península es aproximadamente la tercera parte de lo que llueve (220 mm/año, o 110.000 hm3/año), con una acusada irregularidad espacial y temporal. La relación entre la escorrentía anual de la cuenca más húmeda (Norte III, 933 mm/año) y la más seca (Segura, 42 mm/año) es de 22 a 1 en escorrentía total y de 5 a 1 en coeficiente de escorrentía. Si los usos de agua tuvieran que atenderse sin obras hidráulicas, utilizando directamente el agua que circula por los ríos, la máxima demanda continua que se podría atender sería de un 8% de la escorrentía media, unos 9.000 hm3/año, frente a un 40% de media en la Europa húmeda. Descontando las necesidades de abastecimiento de la agua potable para la población actual (unos 4.000 hm3/año), los 5.000 hm3/año restantes únicamente permitirían la puesta en riego con la debida garantía de unas 600.000 has, algo más de la mitad de las existentes en España al comienzo del siglo XX. Por este motivo, la utilización de recursos hídricos en España ha exigido el establecimiento de una potente Administración Hidráulica y una fuerte inversión en infraestructura de regulación y transporte de agua. Las demandas actuales de agua, de unos 39.000 hm3/año, se atienden por medio de una capacidad de embalse de 56.000 hm3 (que permitiría almacenar la mitad del agua que circula en promedio por nuestros ríos cada año), el desarrollo de una extensa red de transporte y distribución de agua, la explotación intensiva de muchos acuíferos, una creciente movilización de recursos no convencionales, como la reutilización de aguas residuales y la desalación de agua de mar, y la aplicación de complejas normas de gestión. Todo ello ha originado lógicamente una profunda alteración del régimen hidrológico y las condiciones físico-químicas de los ríos españoles, con fuertes impactos sobre los ecosistemas acuáticos.
Después de casi un siglo de desarrollo de infraestructura hidráulica, con casi 1.500 grandes presas y miles de pozos, se ha conseguido llegar al aprovechamiento del 40% de los recursos; esto es, igualar la proporción que como media se obtiene en la Europa húmeda con los recursos en régimen natural. Los riegos utilizan el 68 % del total de agua que se consume en España, los abastecimientos urbanos e industriales un 18 %, y la refrigeración de centrales térmicas un 14 %. En muchos casos, los recursos se utilizan varias veces, aprovechando los retornos de usos anteriores. En conjunto, el agua efectivamente consumida en los usos es algo menos del 60% de la demandada. A estas cifras deben añadirse los usos que no consumen agua: usos medioambientales, recreativos, energéticos, navegación, etc. Por ejemplo, los aprovechamientos hidroeléctricos turbinan unos 16.000 hm3/año sin consumo, utilizando unos 20.000 hm3 de embalse (38 % del total).
La gestión de los recursos hídricos
El tremendo esfuerzo realizado da una idea de la importancia de los recursos hídricos en nuestro país. Junto a la necesidad básica de abastecimiento de agua potable para la población, en la segunda mitad del siglo XX se establecieron como prioridades de la política hidráulica la producción energética, en respuesta al aislamiento internacional que sufrió España en la posguerra, el desarrollo de la agricultura de regadío, como instrumento de la política territorial para la redistribución de la riqueza y la lucha contra las inundaciones para la protección de la población y sus bienes. Como consecuencia de la profunda alteración del régimen de los ríos, en el último cuarto del siglo XX la atención de la política hidráulica se centró en el saneamiento de poblaciones y la depuración de aguas residuales, para evitar el deterioro de la calidad del agua, realizando un nuevo esfuerzo de proporciones considerables. En el pasado reciente, el énfasis de la política hidráulica se ha puesto en la movilización de recursos no convencionales: el aprovechamiento conjunto de aguas superficiales y subterráneas, la reutilización de aguas residuales, la desalinización de agua de mar y salobre, etc, habiéndose alcanzado un notorio grado de aprovechamiento de este tipo de recursos en algunas regiones.
En la actualidad, la política hidráulica se encuentra en primera línea de la política nacional y tiene dos focos principales de atención: la protección del medio ambiente y la gestión de la escasez de agua. La Directiva Marco del Agua establece unos objetivos comunes de protección de los ecosistemas acuáticos que son de obligado cumplimiento a corto plazo (año 2015) para todos los países de la Unión Europea. Para alcanzar estos objetivos ha establecido una metodología de planificación hidrológica y un calendario cuyo cumplimiento es igualmente obligatorio. Junto a ello, España debe hacer frente a los problemas de escasez de agua planteados por el aumento continuado de la demanda de agua en el sector agrícola y de servicios. En el caso de la agricultura, los cultivos de primor gozan de una significativa ventaja comercial asociada a las características del clima del sudeste español, lo que les otorga una gran competitividad en mercados internacionales. En el caso del sector servicios, uno de los más dinámicos de la economía española, el turismo es una actividad esencial, con gran proyección de futuro. La demanda generada trasciende al mero incremento de caudales de abastecimiento debido al aumento estacional de la población en las zonas turísticas, puesto que se han desarrollado nuevas demandas asociadas al ocio y al disfrute del medio urbano y del medio natural con una disposición a pagar que refleja el alto valor que la sociedad otorga a estos bienes intangibles: urbanizaciones con zonas ajardinadas, campos de golf, navegación interior, paisajismo, etc.. Por motivos climáticos, estas demandas se asientan en la zona más árida de nuestro territorio, lo que intensifica las presiones sobre los recursos hídricos, pudiendo afirmarse que, en algunas zonas, se ha traspasado el umbral de sostenibilidad.
Esta característica singular de España plantea un enorme desafío a los gestores de los recursos hídricos: deben incrementar la protección de los ecosistemas acuáticos en un escenario de reducción de los recursos hídricos y de crecimiento de las demandas partiendo de una situación inicial ya comprometida. Está claro que no se podrá satisfacer a todo el mundo y será necesario adoptar decisiones trascendentes. En el futuro la política hidráulica debe orientar la evolución del sector en función de los objetivos y las prioridades que se establezcan y afrontar las dificultades con decisión. A pesar de que las presiones a las que pueden estar sometidos los recursos hídricos en el futuro son muy significativas, los efectos de las políticas públicas de gestión pueden ser comparativamente mucho mayores, por lo que existe un gran potencial para orientar a largo plazo una adaptación racional a un escenario de mayor escasez de recursos que, además de compensar su efectos, pueda incluso mejorar sustancialmente la realidad actual. Basta con volver la vista atrás y analizar la situación de los recursos hídricos en España a principios del siglo XX en comparación con la situación actual para verificar que, con una adecuada orientación, las políticas públicas pueden originar una profunda transformación de la situación de partida en función de las necesidades sociales. En ese caso se trataba de una política de incremento de disponibilidad de recursos para hacer frente a las necesidades crecientes de la población, la agricultura y la energía. En una situación económica comparativamente mucho más difícil que la actual, se consiguió en un plazo de pocas décadas multiplicar por cinco la disponibilidad del recurso (Garrote et al. 1999), a costa de un profundo sacrificio económico, social y medioambiental que fue gestionado desde los poderes públicos. En el siglo XXI los retos de la política hidráulica son sustancialmente diferentes, pero persiste la capacidad de organizar racionalmente el proceso desde las Administraciones Públicas en función de los fines que se persigan. Si se establecen claramente los objetivos a largo plazo de la planificación hidrológica, existen medios técnicos e instrumentos económicos para llevarlos a cabo originando una profunda transformación del sector, que, al igual que sucedió en el pasado, no estará exenta de dificultades y sacrificios.
La mayor parte de los problemas futuros que se anticipan son una intensificación de problemas estructurales debidos a la escasez de agua que ya han aparecido en la actualidad en distintas regiones. La política hidráulica actual trata de prevenir y corregir estos problemas, por lo que resultará igualmente efectiva para abordar los problemas de gestión que puedan surgir en el futuro. En consecuencia, la implantación decidida de una política hidráulica racional producirá resultados beneficiosos en un amplio rango de escenarios futuros de uso de los recursos hídricos. En este sentido, la toma de conciencia social del problema del cambio climático puede resultar una oportunidad para abordar de manera definitiva la solución de los actuales retos en la gestión de los recursos hídricos y para la corrección de importantes problemas medioambientales
Conclusión
A lo largo del nuevo siglo es previsible que se extiendan e intensifiquen los conflictos de gestión del agua en España. Teniendo en cuenta el alto grado de aprovechamiento actual de los recursos hídricos, la necesaria reserva para usos de naturaleza medioambiental y el escaso margen para incrementar la disponibilidad en un escenario de reducción de recursos naturales, no podrán mantenerse todos los usos actuales. El reto fundamental de la futura política hidráulica será conseguir una reducción progresiva del consumo de agua y una reasignación de disponibilidades a los usos que socialmente se estimen más adecuados.
En conjunto, es urgente una toma de conciencia inmediata sobre la importancia de los problemas que deberá abordar la futura gestión de los recursos hídricos en España, que pueden alcanzar enormes dimensiones. En el sector del agua, el reto al que se enfrenta la sociedad española es de una envergadura similar al proceso que se afrontó durante el siglo pasado de desarrollo y aprovechamiento de los recursos hídricos, y exigirá unos niveles similares de planificación, organización, esfuerzo y sacrificio.
Referencias
- CEH (1980): El Agua en España. Centro de Estudios Hidrográficos
- Garrote L., Rodríguez I. y Estrada F. (1999): Una evaluación de la capacidad de regulación de las cuencas de la España Peninsular. VI Jornadas Españolas de Presas. Vol 2, 645-656.
- López Camacho, B. (1996): ¿Nuevas infraestructuras hidráulicas o conservación del agua? Revista de Obras Públicas, Vol 143(3356), 19-42.
- Martín Mendiluce, J.M. (1996): Los embalses en España. Su necesidad y trascendencia económica. Revista de Obras Públicas, Vol 143(3354), 7-24.
- MMA (2000): Libro blanco del agua en España. Ministerio de Medio Ambiente.
- Vallarino, E. y Garrote L. (2000) Posibilidades de aprovechamiento. Límites de la regulación. Revista O.P. Ingeniería y Territorio Vol 50, 54-63.