Pedro Duque nació el 14 de marzo de 1963 en Madrid.
Desde 1986 es Ingeniero Aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid (Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos). A partir de ese momento su carrera se vuelve meteórica vinculada a temas del espacio. Entra como becario en la empresa GMV (Grupo Mecánica de Vuelo), que poco después le envía al Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC), de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Darmstadt (Alemania), donde trabaja hasta 1992 en el Grupo de Determinación Precisa de Órbitas, participando también en los equipos de control de vuelos de dos satélites de la ESA.
En mayo de 1992 es seleccionado para formar parte del Cuerpo de Astronautas de la ESA. Realiza un curso de Preparación Básica en el Centro Europeo de Astronautas (EAC), en Colonia (Alemania), al que le sigue otro en el centro de preparación de astronautas ruso TSPK, en la Ciudad de las Estrellas, con vistas a la colaboración abierta entre la ESA y la estación espacial rusa MIR. En 1993, a su regreso de Rusia, inicia su preparación para la misión conjunta EUROMIR 94 (ESA-Rusia). Es calificado como Astronauta Científico para la Soyuz y la MIR. En mayo de 1994 se le designa miembro de la tripulación de reserva y ejerce desde tierra como coordinador de contacto en Rusia de la misión EUROMIR 94. En 1995 se prepara en la Ciudad de las Estrellas para apoyar la misión conjunta ESA-Rusia, EUROMIR 95. Ese mismo año es seleccionado como Astronauta Científico de reserva para la misión de Vida y Microgravedad del Spacelab.
En 1996 Pedro Duque recibe preparación como Ingeniero de Vuelo de la NASA y comienza a trabajar en el Centro Espacial Johnson. A principios de 1998 es nombrado miembro de la tripulación del vuelo STS-95 del Transbordador Espacial, en una misión conjunta para la NASA, la ESA y la Agencia Japonesa NASDA. Vuela al espacio por primera vez el 29 de octubre de 1998 con el Transbordador “Discovery”, como Ingeniero de Vuelo. Entre 1999 y 2003 trabajó en el ESTEC (Centro Europeo de Tecnología Espacial) situado en Noordwijk (Holanda), sobre los componentes europeos de la Estación Espacial Internacional. En 2001 se incorpora a la primera promoción de astronautas europeos con preparación avanzada y del 18 al 28 de octubre de 2003 participa en la misión espacial “Cervantes”, como Ingeniero de Vuelo.
Los cuatro vuelos espaciales en los que ha intervenido Pedro Duque se han caracterizado por su naturaleza científica, lo que hace de él un especialista en la adaptación de experimentos en el espacio. Tras su último vuelo, la ESA le envió como Director de Operaciones del Centro Español de Apoyo a Investigadores y Operaciones para la Estación Espacial, adscrito al Instituto de Microgravedad Ignacio da Riva de la Universidad Politécnica de Madrid.
En excedencia de la ESA desde octubre de 2006, permanece preparado por si es requerido. Entre los honores especiales que ostenta se haya la “Orden de la Amistad” concedida en marzo de 1995 por el Presidente Yeltsin de la Federación Rusa y la Gran Cruz al Mérito Aeronáutico impuesta por S.M. el Rey de España en 1999. Es académico correspondiente de la Real Academia de Ingeniería de España desde abril de 1999. En octubre de ese mismo año recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, junto a otros tres astronautas.
"En el espacio hay una gran acumulación de riesgos" El primer astronauta español al servicio de la Agencia Espacial Europea (ESA), Pedro Duque, se muestra como una persona sencilla, apasionada por el espacio y experta en la superación de grandes retos. Con él repasamos algunos de los hitos y mitos de la carrera espacial, y nos adentramos en el conocimiento de esta industria internacional donde España lleva presente más de 20 años, gracias a la cooperación con la ESA. Como Director General de la primera empresa totalmente privada de Europa que comercializará los resultados de la observación de la Tierra desde su propio satélite, conoceremos algunos interesantes detalles.
¿Cómo surgió su inquietud por el espacio y por
convertirse en astronauta?
Siempre tuve vocación por la aeronáutica, desde
la infancia. La razón es sencilla: mi padre era
controlador de tráfico aéreo y siempre hemos
estado relacionados con los aviones. Nos llevaba
a verlos al aeropuerto, a la torre de control. Una
vez incluso subí a un simulador de vuelo de los
que emplean los pilotos para entrenarse. Todo
eso es lo que seguramente despertó mi vocación
para hacerme ingeniero aeronáutico y luego
pasar al espacio.
¿Dónde obtuvo su ventana de oportunidad para
transformarse en astronauta?
Cuando estaba terminando la carrera, se aprobó
una nueva Ley de Ciencia, con la cual España
comenzó a participar en organizaciones internacionales
de I+D (Investigación y Desarrollo)
y a tener mayor presencia en programas y
agencias internacionales. Una de ellas era la
Agencia Espacial Europea (ESA), donde empezó
a trabajar con fuerza, y uno de los nichos era
el laboratorio de la universidad donde yo trabajaba
como becario. Se formó un grupo que
entraba en contratos de la ESA. Se abrió una
oportunidad porque el Gobierno de España,
desde ese momento, empezó a destinar más
dinero a proyectos internacionales que luego
revertían en contratos con la industria, y parte
de los ingenieros aeronáuticos nos reconvertimos
al espacio.
La primera vez que uno mira por la ventana y ve la Tierra, el horizonte negro y el Sol, resulta inenarrable.
¿Cómo fue su designación entre los distintos
candidatos que seleccionaba la Agencia Espacial
Europea?
Tengo una anécdota curiosa. En el momento
que se produjo la selección, antes de que nadie
me lo comunicara oficialmente, me llamaron
de todas las radios y las televisiones. Las autoridades que realizan la selección se lo comunican
primero a las autoridades de los gobiernos,
y luego a los interesados. Hay tantas personas
involucradas que las noticias terminan
por filtrarse.
¿Cuándo realizó su primer viaje al espacio?
Viajé al espacio por primera vez el 29 de octubre
de 1998. Antes estuve más de un año en Rusia.
Viví en la Ciudad de las Estrellas, un pequeño
pueblo de 5.000 residentes totalmente enfocado
al espacio, con sus técnicos, ingenieros y centros
de entrenamiento. Cuenta con restaurantes,
colegios, cines, todo lo necesario para
hacer la vida agradable a los que allí viven,
porque esa ciudad era producto de la planificación
soviética, que en cuestiones del espacio
era autárquica.
¿En qué otros lugares reciben entrenamiento
los astronautas de la ESA?
En la Estación Espacial Internacional participan
EEUU, Rusia, Japón, Canadá y la ESA, en la que
están presentes gran número de países de Europa.
En todos estos países existen centros de
entrenamiento de astronautas. Ahora mismo,
cualquiera que vaya a pasar un tiempo en la
Estación Espacial tiene que conocer el funcionamiento
de la misma, y cada centro es experto
en un tema, por lo que se tiene que circular por
todos ellos. Eso significa pasarse la vida viajando.
Si nos vamos al terreno de las sensaciones,
¿cuál es la que se produce en esos viajes al ver
la Tierra con una perspectiva de planeta?
A pesar de que se nos prepara para ello, es
impresionante. Previamente, hemos visto fotos,
vídeos y además recibimos formación específica
para acostumbrarnos a los movimientos rápidos
de la nave. Si hay algo que observar abajo, un
ordenador de a bordo te indica el lugar exacto.
Bueno, pues aún así, sigue siendo algo que
impone. La primera vez que uno mira por la
ventana y ve la Tierra, con el horizonte negro y
el Sol, resulta inenarrable.
¿De quién se acordaba en aquellos momentos?
No sé qué decir, sinceramente. Toda la preparación
que recibes está encaminada a hacer
abstracción, a tener el mínimo número de sensaciones.
Lo suelo comparar con la gente que
realiza grandes ascensiones: un esfuerzo titánico
para llegar a la cumbre, miran, ejecutan lo que
tengan que hacer allí, luego bajan y no le dan
demasiada importancia.
¿Cuáles serían los objetivos inmediatos de la
humanidad en el espacio?
No percibo un objetivo concreto. Pero todo
queda justificado por el afán de exploración,
de romper las fronteras del conocimiento,
del impulso que supone para la humanidad,
para un país o una sociedad. Este año 2009
es especial, porque el 21 de julio se conmemoró
el 40 aniversario de la llegada del hombre
a la Luna y en aquel momento hubo mucho
impulso por diversas razones. Una de
las primeras era que EEUU quería ser el
primero en llegar. Se realizaron muchos
experimentos relacionados con la ingravidez
que implicaba a distintas áreas de la física,
la medicina, la biología. Había toda una línea
de experimentación sobre los efectos de la
gravedad. A partir de ahí, surge una investigación
sobre cómo se relacionan las células,
cómo pudo gestarse la vida, la evolución, el
comportamiento de los materiales. Del espacio
también se obtienen otros muchos réditos,
que hoy ya están integrados en nuestra forma
de vida. Por ejemplo, con los satélites la
información se transmite y conoce prácticamente
en tiempo real, es decir, hay una difusión
instantánea de las noticias que permite
una visión global del mundo, lo cual ha revolucionado
la manera de entender el mundo
y de relacionarnos. Ya no estamos aislados.
Todos damos por hecho que cualquier acontecimiento
puede estar en unas horas en
cualquier informativo. Así como viajar o moverse
guiados por el GPS. Se asume que la
navegación es un problema resuelto. ¿Por
qué? Porque se ha logrado crear un sistema,
una red, de 48 satélites en el espacio. También
se han conseguido llevar grandes cargas
al espacio.
¿Cómo es la convivencia de los astronautas en
el espacio?
Es difícil, porque es un sitio muy pequeño y
se comparte todo. Es igual que si se cruzara el Atlántico en un pequeño barco velero. Tendríamos
escasez de espacio. Hay unas necesidades
específicas de estrecha convivencia
que atender, así como problemas de adaptación
de unos a otros.
¿Qué opina de ese turismo espacial para aquellos
que pueden pagar el coste del viaje?
Es como todo en la vida. Antes sólo podían
subir en avión los que tenían dinero para pagar
el billete. A base de ir financiando este sector,
se fueron diseñando aviones más cómodos y
eficientes, lo que al final ha derivado en que
se haya convertido en un medio de transporte
de masas. No es un fenómeno distinto a lo
que la humanidad ha experimentado con otros
inventos. Los primeros coches sólo eran accesibles
a las clases más pudientes. Como
pagaban tanto por ellos, las fábricas amasaron
el dinero necesario para invertir en I+D, eso
permitió hacer vehículos más eficientes, accesibles
a un mayor número de personas.
¿Qué países son los grandes actores del espacio?
La gran potencia en esta materia es EEUU.
Por lo menos hasta ahora, seguida de Rusia,
que es una gran especialista en los cohetes
capaces de subir importantes cargas al espacio.
En Europa es muy difícil realizar desarrollos
eficientes y buenos. No se puede llegar a
todo, porque en Europa hay diez veces menos
dinero público que en EEUU para los programas
del espacio. En los nichos donde entramos
los europeos destacamos bastante y estamos
al mismo nivel que EEUU o Rusia. El
cohete europeo de carga compite en igualdad
de condiciones con el de los americanos o los
rusos. Aunque probablemente en costes es
más eficiente el ruso.
He estado presente en el último Congreso de
Astronáutica y por eso sé que la India sólo
está a la espera de que las autoridades ministeriales
firmen, para poner en marcha su
propio programa de entrenamiento de astronautas
y todo lo que haga falta. En EEUU, lo
único que está pasando es que desde meses
antes de que Armstrong pisara la Luna, los
presupuestos han ido cayendo en términos
reales económicos.
Quizás sea porque en la Tierra hay otros problemas
que son prioritarios, como combatir el
hambre, la enfermedad y divulgar el conocimiento,
por ejemplo.
Por supuesto, pero la única manera de resolver
muchos de esos problemas es haciendo
I+D. Como por ejemplo, las muchas de
las investigaciones que se han hecho sobre
el cambio climático, del que hoy sabemos
más gracias a la perspectiva que ofrece el
espacio. Es verdad que los problemas presupuestarios
provocan que algunas potencias,
como China, puedan ponerse a la altura
en materia espacial con muy poco dinero,
gracias a que han tenido acceso a técnicas
y conocimientos que otros países han experimentado
con anterioridad.
EEUU y Rusia llevan invirtiendo en investigación
espacial los últimos 50 años, bajo la
convicción de que eso supone un gran estímulo
para la autoconfianza de un país como
tal. Eso supone un impulso grandísimo en
vocaciones, en educación. La gente ve que su
país está a la vanguardia de algo tan sugerente
como el espacio. EEUU es una potencia
porque domina el espacio. Todo eso lo han
visto en China e India.
El turismo espacial no es un fenómeno distinto a lo que la humanidad ha experimentado con otros inventos.
¿Cuál es la clave del liderazgo que ejerce EEUU
en la carrera espacial?
EEUU es un país lo suficientemente abierto a
los debates, que son públicos. En el campo
espacial, todo está por ver con el nuevo presidente
Obama. Aún así, es el país tecnológicamente
más avanzado y con capacidad de poner
un hombre en Marte en los próximos años.
También es cuestión de presupuesto. La NASA
apenas se lleva un 0.5% del presupuesto de
EEUU. No es demasiado, pero es 10 veces más
de lo que se invierte en Europa. Si hay algo que
se tenga que hacer industrialmente, se puede
hacer en EEUU, de momento la nación de referencia.
Hasta el 20 de enero rechazaban
cualquier cooperación sobre su proyecto de
llegar a la Luna en 2020 e instalar una base.
Ahora no se sabe nada.
EEUU tiene una política y una vocación clarísima
de liderazgo en la carrera espacial, aunque
en ciertas materias se opte por la cooperación.
Cuando un astronauta se transforma en un
empresario, ¿la percepción física del riesgo
enlaza con la visión empresarial?
Hay relación. Pero aclaro que la empresa no
es mía, sólo soy su Director General. Dentro
de un programa espacial, un astronauta está
arriba, en lo más alto, luego todo el mundo te
consulta. Todos estos años de relación activa
con el espacio te da un estilo, una forma de
comportamiento más proclive a escuchar que
a establecer una pirámide de mando.
¿Qué es Deimos Imaging y de quién es el capital?
Es la primera empresa privada de Europa que
va a operar con un satélite propio de observación
de la Tierra. El capital de la empresa es
español, del grupo Elecnor. Tiene una empresa
que nació hace 7 años, Deimos Space, con
jóvenes ingenieros españoles, que se dedica
a realizar trabajos para la Agencia Europea
del Espacio. Deimos Imaging es una ramificación
de esa primera empresa.
Dado que el proyecto Deimos aporta valor
añadido en I+D+i (Investigación, Desarrollo e
Innovación), ¿a qué nivel se sitúa España?
¿Hay una industria aeroespacial española?
Hace unos 23 años que España empezó a
contribuir en la Agencia Espacial Europea, y
desde ese momento se ha desarrollado una
industria que podemos calificar como consolidada.
Nuestra participación era del 5%, ahora
es del 7% y llegará al 10%. Es difícil que sea
total. Nos movemos en ciertos nichos. Hay
entre 2.000 y 3.000 personas dedicadas al
100% a realizar trabajos relacionados con el
espacio. En estos momentos no sabemos qué
va a pasar, porque entre gastar menos por la
crisis o impulsar la I+D+i para salir mejor de
la crisis, es difícil predecir cómo van a quedar
las cosas. Aún así cabe la posibilidad de que
esta industria pudiera salir mejor parada.
¿El proyecto Galileo de Europa ayudaría a la
industria española?
Está ayudando. España participa con un 10%
ó más. Nuestra empresa fabrica los ordenadores
más críticos de todo el sistema Galileo.
Se están haciendo en Tres Cantos, a las afueras
de Madrid. A España se le ceden tareas
críticas y extremadamente difíciles, muestra
de que hay mucho potencial.
Deimos Imaging habrá hecho sus estudios de
rentabilidad, a pesar de que entra en competencia
con los servicios que prestan otras empresas.
¿Dónde radica la ventaja competitiva?
Ahora existen una serie de satélites de observación de la Tierra a los cuales se les ha dado mucho uso experimental, de prototipo. Nosotros lo que
hemos hecho ha sido encargar un satélite que
haga las imágenes mucho más grandes, y sobre
todo mucho más frecuentes. Eso va a suponer un
uso más intensivo de la observación de la Tierra
y por lo tanto hay una oportunidad. El lanzamiento
se ha realizado a mediados de julio de 2009 mediante
un cohete ruso muy probado, el Dnieper,
que es un cohete balístico intercontinental adaptado
para estas funciones.
Todo el mundo está esperando ver qué calidad
de imágenes obtenemos para firmar contratos.
Nuestro satélite Deimos-1 da la vuelta a la
Tierra, de polo a polo, a 600 kilómetros de altura.
La vida útil está garantizada por 5 años, pero
los satélites de la misma serie vienen durando
más: entre 8 y 10 años. Todo depende de cómo
le tratemos. Hay que aclarar que nosotros adquirimos
el satélite como un bien de equipo de
producción, y le hemos puesto nuestro valor
añadido en las aplicaciones y en la calidad que
se derivan de las mismas. La base de seguimiento
está establecida en el Boecillo, en Valladolid.
La inversión en todo este proyecto es de
unos 30 millones de EUR.
¿Qué retorno esperáis de la inversión?
Será un gran logro si es positivo.
Y de los seguros que acompañan estos programas
especiales, ¿qué puede contar?
Está claro que el espacio es un sitio con una gran
acumulación de riesgos, porque uno está apurando
la tecnología al máximo. Utilizamos márgenes de
error muy estrechos en los diseños, inferiores al
5%. Está claro que necesitamos del seguro. Siempre
que se aborda un proyecto para el espacio, el
seguro es algo esencial. Y es una maravilla que
en España encontremos aseguradores especializados
en este tema.
Deimos Imaging es la primera empresa privada de Europa que va a operar con un satélite propio de observación de la Tierra. Tomará imágenes mucho más grandes y sobre todo, mucho más frecuentes.
a. Satélite Sputnik
b. Portada con la llegada de Yuri Gagarin al espacio.
c. Pisada de Buzz Aldrin en la Luna
(Apolo XI)
d. Estación espacial Skylab.
NASA/courtesy of nasaimages.org
Más información en: http://www.conquistadelespacio.net