Entrevista a Javier Reverte, Periodista y Escritor de Literatura de Viajes Diversos
Javier Reverte es madrileño y estudió Filosofía y Periodismo. Ejerció como periodista durante casi 30 años, trabajando como corresponsal de prensa en Londres, París y Lisboa, y como enviado especial en numerosos países de todo el mundo. También ha ejercido como articulista, cronista político, entrevistador, editorialista, redactorjefe de mesa, reportero del programa “En Portada” de RTVE y subdirector del desaparecido diario “Pueblo”.
Se llama en realidad Javier Martínez Reverte y es autor de varios libros de viajes que han tenido una gran acogida entre los lectores españoles: “Trilogía de África”(“El sueño de África”, “Vagabundo en África”y “Los caminos perdidos de África”), “Corazón de Ulíses”, “Billete de Ida”(antología de sus reportajes viajeros), “El río de la desolación”(un viaje por el Amazonas) , “La aventura de viajar”(memorias de diversos viajes a lo largo de su vida), “El río de la luz” (un viaje por Alaska y Canadá) y el recientemente aparecido “En mares salvajes”(Un viaje por el Ártico).
También ha publicado novelas de éxito, entre otras “Trilogía de Centroamérica”(“Los dioses debajo de la lluvia”, “El aroma del copal” y “El hombre de la guerra”), “Todos los sueños del mundo”, “La noche detenida”,“El médico de Ifni”, “Venga a nosotros tu reino”y “Barrio Cero”. Hace tres años han vuelto a ver la luz dos novelas publicadas tiempo atrás: “Lord Paco”y “Campos de fresas para siempre”.
Es autor de una biografía –“Dios, el Diablo y la Aventura” sobre el sacerdote madrileño Pedro Páez, el primer europeo que alcanzó a ver las fuentes del Nilo Azul, en Etiopía.
Además de prosa, ha cultivado la poesía. Su libro “Trazas de polizón”, publicado en el 2005, reúne tres poemarios. En 2011 publicó el libro “Poemas Africanos”.
Su último trabajo es “Colinas que arden, lagos de fuego”, en el que recoge experiencias viajeras en territorios de Kenia, Tanzania y Zambia de su querida África.
“El turismo ayuda al crecimiento de las poblaciones deprimidas”
Javier Reverte es un hombre afortunado, porque ha hecho de su pasión una forma de vida. África le brindó el pasaporte al éxito y hoy su literatura de viajes tiene una excelente acogida. Sus libros acompañan a aquellos que quieren replicar su particular modo de buscar la aventura y revivir la historia, aunque sea desde el sofá. Sigue buscando nuevas experiencias, pero hace tiempo que decidió que era mejor llevar también una póliza de seguro de viaje en su mochila.
Disfrutó el pasado otoño en la ciudad de los rascacielos, ¿qué busca en Nueva York que no haya encontrado ya en sus viajes?
En Nueva York no busco nada especial, tan sólo estar aquí, vivir la ciudad. Cuando trabajaba en periodismo, tuve tres veces la oportunidad de venir aquí, pero se frustraron las tres. O sea, que era una cuenta pendiente. Y no me quiero morir sin vivir en la que es por ahora capital del mundo occidental o primer mundo. Tal vez escriba algo sobre mi experiencia en la ciudad. La verdad es que es una urbe apasionante, llena de energía.
El cazador blanco es una figura desaparecida y los de hoy son casi matarifes
¿Qué sensaciones tiene cuando en la cuna de la democracia, Grecia, se escenifican cada día las protestas de la población y cuando la vieja Europa está encontrando grandes dificultades para seguir cohesionada política y económicamente?
La crisis griega es muy dolorosa para mí, pues amo mucho ese país, por su pasado y por su presente. Pero sí que me preocupa sobremanera la crisis actual. Por lo que va a influir, y negativamente, en el futuro de mucha gente. ¿Cómo podemos dar a nuestros hijos una sociedad así? No obstante, creo que esta crisis puede servir para liquidar muchos valores erróneos sobre los que nos sosteníamos y que nos hacían vivir muy acomodados. Tenemos que recuperar los valores éticos más profundos y condenar de una vez por todas el sistema de usura en que vivimos.
¿De qué forma influyeron sus colegas griegos Heródoto, con sus crónicas de las guerras médicas y Tucídices, con las descripciones de los avatares de la guerra del Peloponeso, en su trabajo como periodista cuando se encontraba en medio de la guerra de los Balcanes o en el Ulster?
Cuando escribes crónicas de urgencia en una guerra no te acuerdas de Heródoto y Tucídices. Ellos eran, además, historiadores, no cronistas de un hecho puntual. A mí me han influido en mi formación intelectual, igual que muchos otros; pero no como cronista.
Usted dice que cuando escribía sobre el primer viaje a África, “imaginaba un lector femenino”. ¿Se siente como el explorador del siglo XXI cuando regresa al hogar relatando sus aventuras?
Cuando mis hijos eran pequeños y volvía de viaje, ellos se sentaban a mi lado y me pedían que les contara mis aventuras. Ahora ya son hombres y no vivo con ellos. De modo que no tengo a quien contárselas directamente: por eso las cuento en mis libros.
¿Hay alguna herencia positiva de la “la leyenda del cazador blanco” en África?
No es que me preocupe el calentamiento global del planeta, es que me aterra
El cazador blanco es una figura desaparecida, entre otras cosas porque la caza, o bien está prohibida o estrictamente regulada, o bien se ha organizado en grandes fincas como negocio. Es decir, que de aventura, poca. Los cazadores de hoy son casi matarifes.
Después de estudiar las biografías de los grandes exploradores europeos y revivir sus expediciones, ¿qué cualidades de estos hombres, ya sean británicos, alemanes, españoles o portugueses, por ejemplo, pueden admirar las generaciones de hoy y cuáles de sus actitudes y prejuicios se deben evitar?
Lo más admirable de los exploradores era, primero, su curiosidad y, segundo, su coraje. Y esos son valores eternos que cualquier juventud de cualquier tiempo debe de admirar. En cuanto a los prejucios, sí, muchos eran racistas, pensaban que “descubrir” significaba la llegada del hombre blanco, cuando había otros hombres que ya estaban en el lugar en el momento en que llegaron ellos. Pero esos prejuicios ya están superados por la historia.
Las ballenas han recuperado el paso del Noroeste en el Océano Ártico, el mismo que recorrió usted y describió en Mares Salvajes, ¿le preocupa el calentamiento global?
Claro que estoy a favor de los seguros de viaje
No es que me preocupe el calentamiento global del planeta, es que me aterra. Piense que estamos jugando con la supervivencia de la especie. Si hacemos que el mundo se vuelva irrespirable, estamos condenados a asfixiarnos y a desaparecer. Aunque bien pensado…, ya desaparecieron los dinosaurios y el mundo sigue. No somos una especie imprescindible después de todo.
Con la ayuda de adjetivos logra transmitir las sensaciones que tiene durante cada viaje y además pinta para el lector los paisajes que recorre. ¿Se podría escribir un libro de viajes siendo Saramago desde su “cultura sin adjetivos”?
¿Cultura sin adjetivos? Depende de los adjetivos. Yo soy partidario de los adjetivos que dan sustancia al sujeto, no de los que simplemente lo adornan. Por eso prefiero una cultura de adjetivos ricos, substanciales, que una sin adjetivos, seca como un campo yermo.
Hablemos de su denostada “plaga del turismo”. ¿Cómo ser un buen turista cuando se visitan santuarios protegidos de naturaleza poderosa? ¿Y donde la precaria situación de la población de un país despierta en el visitante sentimientos contradictorios?
Lo más admirable de los antiguos exploradores era su curiosidad y coraje, pero muchos eran racistas y pensaban que “descubrir” era la llegada del hombre blanco
Yo creo que el turismo ayuda al crecimiento de las poblaciones deprimidas. Lo que pasa es que, si en esas poblaciones gobiernan dictadores, los beneficios se los quedan ellos. Pero el turismo, en todo caso, ayuda a conservar, porque da dinero. Yo no detesto al turismo, ni mucho menos. ¿Por qué no va a tener derecho la gente a ver sitios lejanos?
¿Cree que son necesarios los seguros de asistencia en viaje después de la experiencia de sufrir la malaria en Brasil y del viaje que le llevó a escribir El río de la desolación?
Claro que estoy a favor de los seguros de viaje. De hecho, ya me los hago antes de irme. Antes no me preocupaba. Y en fin, casi pierdo la vida por no tener un hospital en Brasil que me acogiera. Eso me hizo aprender.
Perlas de África, en “El Sueño de África”
Viajar por África
En Tanzania casi nada funciona en absoluto, aunque casi todo acaba por arreglarse siempre. Los procedimientos para que se arreglen llegan por caminos insólitos e insospechados. Si uno es ordenado y exigente, el resultado de una breve estancia en Tanzania no puede ser otro que la desesperación. Si, por el contrario, uno sabe disfrutar del lado amable del desorden y no es demasiado exigente con los otros, un viaje a Tanzania puede resultar encantador.
SIDA
¿Hay mucha demanda de ataúdes en su
país, James? – pregunté.
- Hay sida, señor.
- ¿Mucho sida?
- Todas las familias de Uganda tienen algún muerto por sida.
- Es la incultura – sentenció la canadiense.
James sonrió, dejando que saltaran fuera de sus labios los gruesos incisivos, y yo
guardé silencio.
Se calcula que casi un tercio de la población de África Oriental morirá de sida antes de la conclusión del milenio. Visto desde ese ángulo, el sueño de África se convierte en una dolorosa pesadilla.
Religión
Qué extraño es… en Inglaterra, en Francia, en su país… hay mucha gente que no tiene Dios. Aquí creemos todos. Qué extraño. Fueron ustedes quienes trajeron la religión a estas tierras. Hubo guerras y mártires. Y ahora son ustedes quienes no creen en sus dioses. Dígame, ¿para qué los trajeron?
Ignorancia
El problema de África es la ignorancia. Tenemos mucho que aprender, pero el esfuerzo por aprender debe salir de los propios africanos. Tiene que ser así porque, como usted sabe, el hombre nació en África, y si el hombre nació aquí, aquí nació también la inteligencia, ¿no le parece?
Hambre
En Mombasa:
Pagué la cuenta al camarero. Un mendigo
se acercó, y por señas, me preguntó si había
terminado de comer y si en ese caso podía
quedarse con las sobras. El camarero sonreía mientras el hombre rebañaba el pescado. Luego, el indigente echó la espina al
suelo y un gato rubio saltó con ligereza de
alguna parte y se llevó la raspa. Las cucarachas corrían raudas bajo las mesas en busca
de las migajas abandonadas por los gatos.
El tráfico de esclavos
En Kenia:
Hoy todavía, las principales carreteras y los
tendidos de los ferrocarriles que parten de
la costa hacia el interior realizan el mismo
trayecto que trazaron los negreros quien
sabe hace cuantos siglos. La mayoría de
los turistas que viajan por ellas ignoran
que transitan sobre caminos sembrados
de millones de cadáveres invisibles.
La caza de animales
En Tanzania:
Los masai llegaron a estas regiones hace
dos siglos. Cuando los pioneros blancos
las “descubrieron” a finales del siglo pasado (XIX), enseguida supieron que se trataba
del mejor cazadero del mundo. Comenzaron las grandes carnicerías organizadas,
los safaris donde los millonarios europeos
y americanos pagaban verdaderas fortunas por lograr los mejores trofeos. Y la
romántica figura del “cazador blanco” comenzó a cobrar caracteres de leyenda.
En los santuarios naturales protegidos, los
animales no temen a los hombres. Simplemente porque no conocen nuestra verdadera naturaleza.
África es literaria. Y si hay un lugar en la
historia africana donde todo se funde para
hacer que puedan convivir lo real y lo soñado, sin duda ese lugar es la caza. De ahí ha
surgido una leyenda que todavía sobrevive:
la del cazador blanco.
Piedras de Grecia, en “Corazón de Ulises”
La Democracia
Demosen su origen quiere decir “mitad inferior”, por debajo de los aristoi, los mejores.
La democracia griega, desde los días de Dracón hasta Pericles, alumbró una idea esencial: que nadie está por encima de la ley. (…) Esa regla, que hace posible que la criatura humana sea en ocasiones un ser noble, se la debemos a Atenas.
El triunfo de la democracia ateniense supuso la derrota de los viejos ideales aristocráticos cantados por Homero, donde los “mejores”, los nobles y guerreros, eran los únicos para hablar en el consejo.
Discurso de Pericles durante la primera guerra del Peloponeso, año 431 a.C, en honor de los atenienses muertos en combate:
“Tenemos un sistema de gobierno que no envidia las leyes de otras ciudades, sino que más somos ejemplo para otros que imitadores de los demás. Su nombre es democracia, por no depender el gobierno de pocos, sino de un número mayor. Según nuestras leyes, cada cual está en situación de igualdad de derechos en las disensiones privadas (…)
Viajar según Javier Reverte
Viajar no es un deporte hecho para los que están seguros de lo que son, qué quieren y adónde van. (…) Está hecho para los que intuyen que encontrar no es lo importante y que cumplir un sueño puede ser, sobre todo, darse de bruces con la aventura. Es cierto que regresamos siempre, pero no debe viajarse con la intención de hacerlo.