Marcelo Ulloa. Gerente General MAPFRE RE Chile.
Se estima que el sismo que azotó a Chile el 27 de febrero de 2010 costará entre USD 8.000 y USD 10.000 millones a la industria aseguradora y reaseguradora. El rango se mantiene por la dificultad en la estimación de los perjuicios por paralización que afectaron y continúan afectando a los riesgos industriales. Dimensionar las pérdidas aseguradas desde el punto de vista de la actividad productiva perdida y su valorización está resultando complejo, ya que no existe una uniformidad en la redacción de las cláusulas asociadas a este tipo de coberturas.
Estas pérdidas serán soportadas casi totalmente por la industria reaseguradora mundial, debido a que las compañías aseguradoras locales les transfieren estos riesgos por su naturaleza catastrófica.
Lo que sí han debido gestionar las compañías es un número de reclamos de siniestros inesperado para sus estructuras locales. Según cifras de la Superintendencia de Valores y Seguros a 31 de agosto de 2010, se alcanzaron los 222.065 reclamos, de los cuales 190.199 corresponden a riesgos habitacionales y 31.866 a siniestros en riesgos distintos de vivienda, como oficinas o comercios, por ejemplo. Estas cifras representan más de 8 años de siniestros del ramo de incendio, situación que ha puesto a prueba y aún más, ha estresado la capacidad de las compañías de seguros y los ajustadores, para dar respuesta a esta demanda gigantesca, obligándola a recurrir a una gran cantidad de recursos internos y externos tanto humanos como informáticos, para poder cumplir -en tiempo y forma- con el proceso de liquidación y pago exigido.
En cuanto a los efectos económico/financieros en el sector asegurador y sus asegurados, quedó en evidencia que las tasas cobradas en ramos catastróficas eran insuficientes. El terremoto y posterior tsunami superaron con holgura lo recaudado en los últimos 30 años en primas catastróficas. La industria reaseguradora reaccionó ajustando los términos y condiciones ofrecidas en las renovaciones posteriores al desafortunado evento, tanto en contratos proporcionales como en los no proporcionales, en forma de incremento de tasas, disminución de comisiones, e imposición de límites por evento y vigencias, entre otras medidas.
También esta experiencia sirvió para constatar que las diferentes carteras y cedentes no son homogéneas en su perfil/exposición a este tipo de eventos, ya que hasta ahora se había dado en las cotizaciones de reaseguro un tratamiento más propio de commodities sin diferencias destacables en términos y condiciones, especialmente en los contratos XL Cat.
A pesar de las cuantiosas pérdidas soportadas por los reaseguradores, no se ha detectado una disminución de la capacidad catastrófica disponible para el mercado local, lo cual es de suma relevancia para Chile por la función económica y social que cumple la industria reaseguradora.