Enrique Clemente III, o EC3 como le llaman sus colegas, lleva más de tres décadas en el sector financiero, más concretamente en la industria del seguro no vida.
Trabajó en todos los aspectos del área de operaciones de seguros generales hasta que asumió la presidencia de MAPFRE Insular.
EC3 se educó con los Hermanos Cristianos y obtuvo su licenciatura en administración de empresas por la Universidad De La Salle en Manila.
En la última década, MAPFRE Insular se ha consolidado dentro del panorama filipino y actualmente constituye una de las principales compañías del sector asegurador de Filipinas.
"En esta crisis financiera, Asia ha tenido una importante ventaja”"
¿Cómo describiría usted el mercado del seguro
en Filipinas?
Las licencias o certificados de autorización de
entidades aseguradoras reguladas expiran el 30
de junio de cada año. En el periodo 2008-2009 se
concedieron licencias a un total de 121 compañías
de seguros para realizar negocios en el país.
Entre ellas, hay 3 compañías multirramo, 32
aseguradoras de vida, 85 aseguradoras no vida
y 1 compañía de reaseguro. Durante dicho periodo
se emitieron asimismo licencias o acreditaciones
a 49.781 mediadores de seguros y otras entidades
de asistencia técnica. Entre los autorizados figuran
40.865 agentes ordinarios, 233 agentes generales,
7.683 agentes variables y 113 corredores.
El total de primas generadas por los aseguradores
de vida y no vida asciende a alrededor de 100 millardos
de pesos filipinos (PHP) anuales, representando
el total de las primas de vida y no vida en
torno al 1,05% y 0,95% del PIB y del PNB, respectivamente.
Los activos conjuntos de los sectores de
vida y no vida alcanzan cerca de los 500 millardos
de PHP, con el grueso de las inversiones en títulos
de deuda estatal. En el mercado filipino, los sectores
de seguros de vida y no vida presentan una proporción
de 60:40, respectivamente.
¿Cuáles son los productos de seguro más comunes
que se venden en el mercado filipino?
Los productos de seguro tradicionales continúan
representando una buena parte de la cartera de
vida, pero con el tiempo han ido ganando terreno
los productos vinculados variables. En el sector no
vida, los seguros de daños y de automóviles suponen
más del 60% de la cartera, con índices de siniestralidad
rentables a lo largo de los años. No obstante,
aún no se ha hecho público el índice de siniestralidad
oficial para el año de suscripción 2009.
En el sector no vida, el grueso del negocio de
automóviles lo constituyen los vehículos particulares
y comerciales con coberturas de daños
propios, robo y catástrofes naturales (denominados
“Acciones de la Naturaleza”). Las primas
de responsabilidad civil, incluida la RC obligatoria,
equilibran las cuentas.
En los seguros de daños, las empresas industriales
y comerciales representan una buena
parte de las primas, y los negocios minoristas
y de la vivienda equilibran las cuentas.
En la línea de RC, los principales productos
vendidos son los seguros de accidentes personales
y de salud. Los microproductos de Accidentes
Personales (AP) están ganando terreno,
ya que se comercializan a través de diversos
intermediarios por todo el país.
Los productos de necesidad futura, como los
planes educativos y formativos han experimentado
un descenso en los últimos años, pero las ventas
están repuntando lentamente. Este sector, que
estaba directamente supervisado por la Comisión
de Valores y Bolsa, pasa ahora a estar bajo el
control de la Oficina del Comisionado de Seguros.
Un nuevo ramo o producto que podría evolucionar
en los próximos años es el seguro de título
de propiedad, que se introdujo recientemente
en el Congreso filipino. Este seguro, que se exige
en los EE.UU, está relacionado con las transacciones
inmobiliarias.
¿Encuentra usted algunas similitudes con el
mercado del gigante vecino japonés? ¿Cuáles
son los principales mercados circundantes en
los que más participa Filipinas?
El mercado japonés está desregulado de forma
análoga a la industria del seguro filipina. Los
países desarrollados y en desarrollo emprendieron
programas de liberalización financiera
en los años noventa con objeto de mejorar su
competitividad y eficiencia. En la segunda mitad
de dicha década se produjo en el sureste asiático
una relajación de las restricciones a la
entrada de empresas nacionales y extranjeras.
La desregulación ha dado lugar a la entrada
de nuevos actores (incluidas compañías extranjeras)
y a fusiones y adquisiciones.
Según datos de 2008, las principales líneas de
negocios de Japón son los seguros de automóviles
(59,5%) y de incendio (15,9%). Esto dos ramos
son asimismo los más importantes de Filipinas.
Los seguros de incendio aportaron el 32,65% y
los de automóviles generaron el 31,69% de las
primas brutas de seguros no vida en 2008.
Automóviles e incendio son igualmente los dos
principales ramos en Tailandia (60% de automóviles,
7% de incendio) y en Indonesia (29%
de automóviles y 34% de incendio).
Ambos mercados están dominados por unas
pocas grandes compañías. En Japón, el 85% del
mercado está controlado por 17 compañías de
un total de 51. Existe un plan para que estas 17
compañías se fusionen en tres sociedades holding.
Esta situación puede dar origen a un oligopolio
en la industria japonesa del seguro no vida.
Por su parte, el mercado filipino está dominado
por las 20 principales de las 85 compañías no
vida autorizadas en 2009, que reúnen el 80% del
total de primas brutas suscritas. En el sector de
vida, las 5 primeras aseguradoras representan
aproximadamente el 80% del negocio.
La penetración media de Filipinas es mucho menor que la del Japón donde alcanza el 2,2%
aproximadamente. Otros países asiáticos presentan
una penetración que oscila entre el 0,6%
(India) y un máximo del 2,9% (Taiwán). La situación
de Filipinas a este respecto es similar a la
de otros países del sureste asiático. Singapur,
Malasia y Tailandia registran índices de penetración
de alrededor del 1,1%, 1,6%, y 1,7% respectivamente.
El subdesarrollo de la industria del
seguro en la mayoría de países del sureste
asiático puede atribuirse principalmente a una
escasa demanda a consecuencia de los bajos
niveles de renta.
Una estructura fiscal favorable para el sector
constituye un motor esencial del desarrollo del
mercado del seguro. El mercado asegurador
filipino es uno de los que soportan una mayor
tributación fiscal; en él, las pólizas de incendio
se gravan con unos impuestos del 27% y las
pólizas de automóviles tributan un 25%. La
industria filipina del seguro de vida ha presionado
recientemente con éxito para la promulgación
de una ley que reduce los impuestos sobre las
pólizas de vida. Se espera que esta reducción
haga más asequibles los seguros de vida e incremente
la penetración del mercado.
El principal canal de distribución en Japón es el
sistema de agencias, que representa el 93% de
las primas directas suscritas en el mercado. Ello
contrasta con la situación de Filipinas, donde
cerca del 50% del total de primas no vida de la
industria es generada por corredores de seguros.
Japón, Filipinas y otros países asiáticos también
utilizan otros canales de distribución, tales como
el marketing directo (incluidas las ventas por
Internet) y la bancaseguros.
Las industrias de seguros no vida del sureste
asiático, como Filipinas, Malasia, Indonesia y
Tailandia se encuentran en diversos estadios de
puesta en práctica del marco de adecuación del
capital basado en el riesgo. Por su parte, Japón
observa los criterios reguladores del margen
de solvencia.
Una estructura fiscal favorable para el sector constituye un motor esencial del desarrollo del mercado del seguro
En 1997, la crisis en los mercados del seguro
asiáticos constituyó un problema. ¿Ha finalizado
realmente o se ha superpuesto a la actual crisis
financiera de los países occidentales?
La crisis financiera asiática de 1997 comenzó
en Tailandia con el hundimiento de la moneda
tailandesa (el baht), lo que provocó un contagio
financiero a otros países asiáticos. Indonesia,
Corea del Sur y Tailandia fueron los más afectados.
En 2001, la economía de Tailandia ya se
había recuperado. El aumento de los ingresos
fiscales permitió al país equilibrar su presupuesto
y pagar sus deudas al FMI en 2003, cuatro
años antes de lo previsto. El baht tailandés
continuó revalorizándose hasta alcanzar los 33
baht por dólar en diciembre de 2009.
La crisis asiática de 1997 finalizó años antes de
que comenzase la actual crisis financiera en los
países occidentales. Este rebote no ocurrió
espontáneamente, sino que fue consecuencia
de una firme política puesta en práctica por los
países afectados y una ayuda financiera a gran
escala de la comunidad internacional, especialmente
mediante programas apoyados por el
FMI para Indonesia, Corea y Tailandia.
La actual crisis financiera en los países occidentales
fue desencadenada por la crisis de las
hipotecas subprime en los EE.UU. a finales de
2006, que repercutió en los mercados financieros
de todo el mundo, incluida Asia. Las economías
asiáticas, dependientes de las exportaciones,
sufrieron duramente cuando los consumidores
y las industrias de los EE.UU. y Europa recortaron
sus compras. Las turbulencias financieras pusieron de relieve los excesivos riesgos que habían
asumido las entidades financieras. Asimismo,
subrayaron la necesidad de mejorar el marco
regulador, fomentar el buen gobierno empresarial
y elevar la calidad de nuestros mercados.
Una mejor supervisión de las posiciones financieras
y de la solvencia de las compañías de
seguros aumentará la confianza en el sector a
la vez que protegerá a los asegurados.
En esta crisis financiera, Asia ha tenido una
importante ventaja. La mayoría de los bancos
asiáticos evitaron los instrumentos financieros
complejos que provocaron el desplome de algunos
bancos occidentales. Los gobiernos y las
empresas asiáticas gozaban de una salud financiera
relativamente buena, ya que habían puesto
en orden sus finanzas hacía poco, tras la crisis
asiática de 1997-98.
Las actuales turbulencias financieras han subrayado la necesidad de mejorar el marco regulador, fomentar el buen gobierno empresarial y elevar la calidad de nuestros mercados
Cree usted que podría crearse en Filipinas un
centro regional de servicios financieros de
modo análogo a Singapur o Labuan?
En Filipinas podría crearse un centro regional de
servicios financieros similar o alternativo a los
de Singapur y Labuan. Para ello, haría falta emprender
acciones legislativas. Crear un centro
regional semejante, con reducción de impuestos
y otros incentivos no sería nada nuevo para el
país, ya que el gobierno filipino lo ha hecho para
las Ecozonas (EcoZones) o Zonas de procesamiento
de exportaciones (Export Processing Zones).
Probablemente no sería difícil lograr la aprobación
del Congreso, pues ya hace tiempo que se ha
reconocido que tales zonas especiales y similares
son buenas para el país, porque promueven el
crecimiento económico, generan empleo y mejoran
la imagen del país como actor económico
mundial. La cuestión es realmente si ello sería
o no necesario en estos momentos, teniendo en
cuenta el actual clima financiero y la proximidad
de otros centros financieros dominantes.
¿Cuál es el nivel de penetración del seguro de
riesgos de la naturaleza en las Filipinas? ¿Cuál
es el máximo “siniestro de mercado” a consecuencia
de un evento catastrófico? ¿Desempeña
el reaseguro un papel principal en los seguros
de desastres naturales en las Filipinas?
Las cifras de la industria revelan que alrededor
de sólo el 11% de los riesgos de daños suscritos
han sido asegurados contra riesgos de la naturaleza.
Lamentablemente, no se dispone de
datos para automóviles, pero una estimación
prudente oscilaría alrededor del 10% al 20%.
El máximo siniestro de mercado a consecuencia
de un evento catastrófico se produjo durante las
grandes inundaciones provocadas por la tormenta
tropical Ketsana (cuyo nombre local era Ondoy).
Los daños materiales repercutieron adversamente
sobre el valor de las propiedades inmobiliarias
de las zonas afectadas. Los siniestros
de automóviles se ven agravados por la incapacidad
de determinados concesionarios de automóviles
de suministrar repuestos para reparar
los vehículos dañados, lo que pone a veces a las
compañías de seguros en el aprieto de declarar
siniestros totales. Las aseguradoras han acordado
cargar un 0,5% a los tomadores del seguro
de automóviles en concepto de ampliación de
la cobertura para hacer frente a los riesgos de
la naturaleza, las denominadas "Acciones de la
Naturaleza." Debido a la catástrofe provocada
por el tifón Ketsana, los propietarios de automóviles
aprecian ahora la importancia de
asegurar esta ampliación de la cobertura.
Todavía no se dispone de cifras actualizadas, pero
la Asociación de Aseguradores y Reaseguradores
de Filipinas (PIRA) ha estimado las pérdidas aseguradas
conjuntas de los ramos de daños y automóviles
entre 12 y 15 millardos de PHP, de los
que un 90% corresponde a los seguros de daños.
El reaseguro desempeña un papel importante
en los seguros de riesgos de la naturaleza en el país. En primer lugar, las capacidades de
retención de las compañías locales son relativamente
bajas. Riesgo por riesgo, los mayores
clientes son generalmente los que requieren
cobertura frente a los peligros de la naturaleza.
Si no se dispone de capacidad de reaseguro, el
seguro podría limitarse a acuerdos de coaseguro.
En segundo lugar, los aseguradores directos
tienen que ser precavidos con la totalidad de los
riesgos que acumulan. Sin suficiente protección
frente a las catástrofes de la naturaleza, una
compañía prudente tendría que ir despacio o
ser más selectiva a la hora de aceptar responsabilidades
contra peligros de la naturaleza.
Todavía tenemos en la retina las imágenes de
la erupción del volcán Pinatubo en 1991 y los
lahares (flujos de lodos volcánicos arrastrados
por las lluvias) desencadenados posteriormente.
¿Es posible recordar alguna lección aprendida
de aquella crisis? ¿Qué haría falta para
reducir la pérdida de vidas, los daños materiales
y las pérdidas económicas por desastres
naturales en su país?
La erupción del monte Pinatubo fue una de las
catástrofes más devastadoras jamás sufridas
por las Filipinas. Murieron más de 800 personas
y fueron destruidos miles de hogares. Los efectos
alcanzaron una magnitud planetaria, pues los
científicos han descubierto que la erupción hizo
disminuir la temperatura en todo el mundo
durante algunos años posteriores.
Lo que no puede ignorarse es el hecho de que el
ser humano es realmente impotente para detener
estas acciones de la naturaleza y únicamente
puede buscar modos de evitar posibles pérdidas
de vidas y haciendas. En el caso del monte Pinatubo,
los devastadores flujos de lodos volcánicos
(lahares) desencadenados por lluvias y tormentas
producidas incluso años después, llevaron a las
personas afectadas un desastre aún mayor que
la erupción en sí misma, cobrándose víctimas
mortales, trastornando la vida de muchas personas,
destruyendo los medios de sustento y costando
millones de pesos en esfuerzos de rehabilitación
que parecían avanzar lentamente. Vale
la pena disponer de un plan de control y prevención
de desastres, que sólo puede tener éxito
mediante los esfuerzos conjuntos de los gobiernos,
los habitantes locales y las organizaciones
sociales y cívicas. Hacen falta campañas periódicas
de información y formación, empleando los
medios de comunicación para concienciar a las
personas y apreciar el plan de preparación frente
a los desastres. Dicho plan debería considerar
una entidad encargada de la prevención de desastres,
que se ocupara de desde la gestión de
residuos, pasando por un programa de limpieza del aire, hasta la mejora de los medios de vida y
la comunidad. De este modo, se realizaría un
esfuerzo serio y concienzudo para mitigar los
efectos de las catástrofes naturales cada vez que
se produzcan. Si bien las reparaciones duraron
varios años, Luzón central, que fue gravemente
afectado por el Pinatubo, se recompuso finalmente,
se recuperó bien y hoy constituye una potente
región económica.
Las cifras de la industria filipina revelan que sólo alrededor del 11% de los riesgos de daños suscritos están asegurados contra peligros de la naturaleza
Con gran frecuencia, las Filipinas son golpeadas
por potentes tifones, que no siempre causan
pérdidas económicas y daños asegurados, aunque
afecten a zonas pobladas. ¿Cuál cree usted que
es el factor clave para que se produzcan elevadas
pérdidas aseguradas tras eventos naturales?
Se producen elevadas pérdidas económicas y
daños asegurados cuando un tifón u otra importante
perturbación atmosférica golpean la isla
principal de Luzón y, más concretamente, la
metrópoli de Manila (Metro Manila), Luzón central
y Luzón del sur, donde existe una gran
concentración de población y de actividad económica.
El grueso de las primas de seguro procede
de la isla de Luzón y, por tanto, los principales
riesgos asegurados están situados allí. Además,
las trayectorias de los tifones más potentes
suelen virar hacia Luzón, causando en consecuencia
una importante destrucción.
Después del tifón Ketsana, los propietarios de automóviles aprecian ahora la importancia de asegurar las “acciones de la naturaleza” como ampliación de la cobertura
¿Por qué fue especialmente catastrófica la
inundación ocurrida en septiembre de 2009
tras la tormenta tropical Ketsana?
El pasado septiembre de 2009, la tormenta
tropical Ketsana atravesó la isla de Luzón y
produjo las mayores lluvias registradas hasta la fecha en la ciudad de Manila y la región de
Calabarzón, a pesar de que sus vientos eran
moderados. Las precipitaciones, que duraron
cerca de nueve horas, causaron una grave inundación
que obligó a la presidenta, Gloria Macapagal-
Arroyo, a declarar el "estado de calamidad"
en la mayor parte de Luzón, quedando el
80% de la metrópoli inundada por las aguas.
Según la agencia meteorológica, la tormenta
Ketsana vertió en esas horas un total de 410,6
milímetros (litros por metro cuadrado) de lluvia,
cifra superior a la media de precipitaciones
mensuales que registra normalmente el país, y
mucho mayor que la registrada en el huracán
Katrina. Las aguas alcanzaron niveles máximos
de seis metros de altura en las zonas rurales.
La inundación resultó agravada por el desembalse
de agua de algunas de las presas de Luzón
y las avenidas de los ríos. Se cortaron las líneas
de alta tensión y no pudo restablecerse completamente
el suministro eléctrico hasta que los
lugares quedaron libres de la inundación. El
gobierno informó de que la tormenta Ketsana
causó al menos 500 muertos y más de 300.000
personas desplazadas. Las pérdidas en la industria,
el comercio, la agricultura y las viviendas
fueron muy importantes, sobre todo debido a
que las aguas crecieron rápidamente y la mayoría
de las zonas afectadas permanecieron
sumergidas durante un periodo que osciló entre
dos días y varios meses. Las inundaciones afectaron
a todas las clases socioeconómicas.
¿Cómo ayudó MAPFRE Insular a coordinar los
esfuerzos de socorro, tanto a nivel empresarial,
estableciendo el enlace entre la FUNDACIÓN MAPFRE y las ONG locales, como a nivel más
personal? ¿Cuál fue la intervención de los empleados?
MAPFRE Insular está muy satisfecha y agradecida
por la generosa ayuda prestada por la Fundación
MAPFRE, que nos permitió socorrer con suministros
materiales a las personas afectadas por
los tifones Ketsana, en septiembre de 2009, y
Parma, en octubre del mismo año. Tras tener
conocimiento de esta donación, comenzamos a
coordinarnos con la Fundación NASSA-Cáritas
de Filipinas a través de las Hermanas de San
Pablo, para preparar de inmediato las mercancías
de socorro. NASSA-Cáritas es una organización
católica local que ofrece servicios sociales a los
marginados. Los fondos de la Fundación fueron
entregados gradualmente a NASSA-Cáritas para
que pudiese adquirir equipos familiares que contenían
alimentos básicos y artículos personales,
que fueron embalados en miles de bolsas que
llevaban el nombre de la Fundación MAPFRE.
MAPFRE Insular ayudó a seleccionar las mercancías
a incluir en las bolsas.
Más de un centenar de empleados y agentes de
MAPFRE Insular actuaron como voluntarios para
ayudar a Cáritas en el embalaje de las mercancías,
lo que requirió semanas, y distribuirlas
luego personalmente a las 8.500 familias en las
zonas afectadas de Calamba, Muntinlupa, Benguet,
La Unión y Pangasinan.
Los valores filipinos de “pagtulong” y “damayan”
(que significan “prestar ayuda” y “tener empatía”,
respectivamente) quedaron de manifiesto en la
buena disposición de los empleados voluntarios
para participar activamente en las tareas de
socorro. Su trabajo para preparar y entregar las
mercancías, a veces en incómodas condiciones
físicas, fue una clara muestra de su compasión
por las víctimas.
Para los empleados de MAPFRE Insular que
fueron víctimas ellos mismos, resultó conmovedor
ver cómo sus compañeros de trabajo iniciaban
la colecta de fondos de su propio bolsillo y
por toda la empresa, con objeto de adquirir
mercancías de auxilio para las víctimas y darles
algo de dinero en efectivo que las ayudase a
salir del apuro.
La catástrofe unió más a las personas y nos dio
la oportunidad de tender nuestra mano a los
necesitados del mejor modo que pudimos.
Después de esta experiencia, ¿cómo cree usted,
desde un punto de vista empresarial, que pueden
mejorarse los planes de emergencia cuando
se producen sucesos catastróficos, para
ayudar a los empleados, a los clientes y a la
población en general?
MAPFRE Insular continuará con su compromiso
de ayudar a los empleados que puedan ser
víctimas de tales siniestros, ampliando la ayuda
en diversas formas. Asimismo, una campaña
de información difundida a través de nuestra
red interna, boletines de noticias y foros de los
empleados expondrá oportunamente asuntos o
programas relevantes acerca de la prevención
o mitigación de los desastres naturales.
Se pondrá en marcha una campaña informativa
similar, que utilice los medios disponibles
(página web de la compañía, folletos, periódicos
y el boletín de clientes), a fin de enseñarle
a la gente cómo preservar la propiedad (viviendas,
establecimientos, automóviles), especialmente
en caso de ser afectada por catástrofes.
Igualmente, reforzaremos el equipo del servicio
de siniestros en los periodos en que se
prevea un gran volumen de reclamaciones por
daños catastróficos.
Por último, como corresponde a la responsabilidad
social empresarial de MAPFRE Insular,
seguiremos aportando nuestro grano de arena
para elevar la calidad de vida a través de colaboraciones
con diversas agencias (como hicimos
con NASSA-Cáritas) en actividades de ayuda
comunitaria.
El archipiélago de las Filipinas, debido a su
situación geográfica y su topografía, está
amenazado, al menos, por tifones, terremotos,
inundaciones y erupciones volcánicas.
¿Cómo evaluaría usted el nivel de conocimientos
de la comunidad científica nacional y las
autoridades acerca de la gestión del riesgo?
En un país como Filipinas, propenso a sufrir
estos desastres de la naturaleza, la comunidad
científica nacional, por pura necesidad, ha
promovido un elevado nivel de conocimientos
y concienciación sobre la gestión del riesgo.
Al frente de la gestión del riesgo relativa a
los peligros de la naturaleza, por parte de
la comunidad científica y las autoridades del
país, se encuentran la Administración Filipina
de Servicios Atmosféricos, Geofísicos y
Astronómicos (PAGASA), el Instituto Filipino
de Vulcanología y Sismología (PHIVOLCS) y
el Consejo Nacional de Coordinación de Desastres
(NDCC).
PAGASA es la agencia gubernamental del
Departamento de Ciencia y Tecnología (DOST)
que realiza los pronósticos meteorológicos,
las previsiones de inundación, las observaciones
astronómicas y el servicio cronométrico.
La agencia da seguimiento a los sistemas de
aviso internacionales que proporcionan al
público la información necesaria y oportuna
acerca de las perturbaciones atmosféricas
susceptibles de afectar al país. Además de
colaborar activamente con los medios en la
difusión de la información, mantiene una página
web accesible al público, en la que puede
obtenerse información en tiempo real o actualizada,
según van siendo recabados y analizados
los datos por sus equipos de especialistas
en meteorología e hidrología. Uno de sus programas
destinado a mejorar la concienciación
y preparación frente a los riesgos y la mitigación
de sus efectos, se denomina Cartografía
de peligros y análisis de vulnerabilidad. A partir
de la información y los datos de las observaciones
sobre los riesgos meteorológicos e
hidrológicos, según su naturaleza, frecuencia
y magnitud, y poniéndolos luego en relación
con las pautas del poblamiento humano y su
nivel de ocupación urbana, la agencia presenta
sus análisis en forma de mapas meteorológicos
e hidrológicos que muestran los lugares
y la frecuencia de ocurrencia de los peligros
meteorológicos e hidrológicos, tales como
ciclones tropicales, inundaciones, tormentas,
vientos huracanados y lluvias extremas, así
como sus repercusiones sobre vidas y haciendas.
Estos estudios y mapas los utilizan las
agencias gubernamentales y las organizaciones
no gubernamentales (ONG) en el desarrollo
y la puesta en práctica de planes y programas
de control de riesgos, preparación frente a los
desastres y mitigación de sus efectos.
Por su parte, PHIVOLCS es el instituto de servicio del DOST, cuyo principal cometido
consiste en mitigar los desastres que puedan
derivarse de erupciones volcánicas, terremotos,
maremotos (tsunamis) y otros fenómenos geotectónicos
relacionados. Es la agencia responsable
del desarrollo y la difusión de la información
acerca de tales peligros de la naturaleza.
En consecuencia, lleva a cabo una supervisión
y cartografía de terremotos y volcanes, cartografía
de fallas activas y estudios de deformaciones
del terreno, así como el desarrollo y la
puesta en práctica de los necesarios sistemas
de aviso y alerta.
El NDCC es el coordinador gubernamental supremo
y general de los programas de preparación
del país frente a catástrofes, gestión de
desastres y esfuerzos de rehabilitación realizados
por el gobierno y el sector privado. Está dirigido
por el Secretario de Defensa Nacional, que es
asistido por los responsables (Secretarios) de
otras 18 agencias o departamentos gubernamentales,
entre los que figuran las Fuerzas
Armadas de las Filipinas, la Oficina de la Defensa
Civil y la Cruz Roja Nacional de las Filipinas. El
NDCC funciona a través de sus agencias miembro
y sus redes locales, desde los consejos
coordinadores regionales hasta los locales
(“barangay”).
Buena prueba de la concienciación del país sobre
la gestión del riesgo que representan los fenómenos
naturales, la constituye una ley recientemente
promulgada por el Congreso, denominada
“Ley Filipina de Reducción y Gestión del Riesgo
de Desastres”, de 2010. Dicha ley define las
funciones de determinados organismos gubernamentales
encargados de responder en caso
de catástrofe, e institucionaliza el plan nacional
de reducción y gestión del riesgo de desastres
naturales y la adecuada financiación del mismo.
http://www.dost.gov.ph/
http://www.pagasa.dost.gov.ph/
http://www.phivolcs.dost.gov.ph/
http://www.ndcc.gov.ph/
http://en.wikipedia.org/wiki/Typhoon_Ketsana